Un amigo de un amigo decía que Carlo Scotti, de la casa Castello, contaba esta anécdota sobre Giuseppe Ascorti, el gran maestro pipero italiano.
Llega tarde una mañana de Octubre, cosa muy extraña en el porque Peppino era un gran madrugador y responsable con los horarios. Pide disculpas, no da explicaciones, se encierra en su gabinete de trabajo y no sale para almorzar.
Al fin de la jornada habla conmigo y me cuenta.
Tuvo un sueño la noche anterior.
Primero ha visto a su esposa Paola como en la forma de un ángel recibiendo de otro ángel una pipa mientras se escucha un coro que repite “Augusta Emérita” como en una letanía, después, esta se ha transformado en un fauno montado sobre otra pipa con forma de pájaro extraño.
Se ha despertado y puesto a dibujar hasta la madrugada.
Son diseños de un par de freehands que no quiere mostrarme pero me pide que le dé unos días para ocuparse de ellas dejando en suspenso el nuevo modelo de Sabbiato en el que estaba trabajando.
“No hay problema, Peppino”, le digo, “mientras no te distraigas mucho de la otra”.
Los dos días siguientes los pasa en su gabinete sin apenas asomar la nariz; todos nosotros intrigadísimos.
A la tarde del tercer día nos invita a pasar para ver las piezas, ambas guardadas en preciosos estuches de cedro, pero en el preciso instante en que abre uno de ellos, se corta la luz.
Han saltado los tapones y toda la fabrica está a oscuras.
Cuando se arregla el asunto, volvemos a los estuches; Giuseppe los abre, pero adentro no hay nada…tremendo lío, buscamos por todas partes…Giuseppe a los gritos y arrancándose los pelos…nada de nada. Las pipas han desaparecido.
Como se imaginarán, todo queda teñido de sospechas; por puro código de caballeros, todos los presentes ofrecemos vaciar los bolsillos, abrir escritorios y husmear en los maletines, pero Giuseppe se niega.
Cae en cama, afiebrado y muy deprimido.
Cuando se reincorpora al trabajo lo hace como si nada hubiera sucedido, no toca el tema de las pipas y nosotros tampoco insistimos. Nadie se siente incómodo porque Peppino mantiene el buen humor de siempre aunque no deja de ser extraño que un par de días antes medio mundo había estado en la picota por un par de freehands desaparecidas.
Como sea, nunca más se habla del asunto; el hombre recupera el tiempo perdido y trabaja con empeño y talento en la Sabbiato que resulta ser una maravilla de la línea Castello.
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Scotti no lo dice pero quizás esos estuches estaban vacíos y Ascorti armó toda la escena con algún cómplice de la fábrica porque en realidad no había podido reproducir las pipas que había soñado.
Los maestros piperos trabajan con brezo que es una madera única y muy hermosa pero no el material del que están hechos los sueños.
Ciao!